domingo, 6 de enero de 2008

Réveillon

Uno puede tener planes para una fecha determinada pero a veces es mejor no tener ninguno. Pasar año nuevo en casa, aprovechar los cuatro días festivos para no hacer practicamente nada salvo aprovechar la soledad de la casa para comer, dormir, escuchar música, leer y a lo sumo dar un paseo por el parque. Eso es más o menos lo que hice el último fin de semana del 2007: me quedé solo en casa con Miti, la gata de mi coinquilina, y apenas salí hasta el supermercado para comprar comida y dulces.
Para el lunes 31 de diciembre en principio pensaba irme a dormir temprano. Después una colega me dijo que unos amigos suyos organizaban una fiesta y que me podía enganchar. La llamé el 31 y me respondió que se había olvidado de avisarme que la fiesta fue cancelada hacía dos días. Fue así que me quedé en casa. Pero no solo...

A las 20:30 llegó Leila de París. Unos días antes ella me había preguntado si tenía planes para el año nuevo. Le dije que no, que pensaba quedarme en Madrid, y que si quería hacerme compañía podía venir a visitarme. Y se vino nomás, con una caja de chocolates y una botella de champagne.
Así fue que empecé el 2008 con profesora de francés en casa, haciendo de guía en una ciudad que sigo sin conocer mucho, con mal tiempo, buscando infructuosamente un buen restaurante y un buen café que no estuviesen cerrados, pasando por el sucio metro de Madrid tras dos semanas de huelga del personal de limpieza, por los feos puestos de la Plaza Mayor y ante las odiosas comparaciones con París que dejan mal parada a la ciudad en la que vivo.

Durante la semana el tiempo no estuvo mucho mejor. Al frío se le sumó la lluvia. Leila no consiguió entrar al Prado por la cantidad de gente en la fila pero al menos aprovechó para ir de compras. Para sacarla a salir de noche, me faltaban ideas. A ella le gusta el teatro, pero no habla castellano como para entender de qué se trata la obra. También le gusta bailar, pero yo trabajo en la semana y tengo la energía de un abuelo. Tal vez si saliéramos a bailar algo acorde para mi edad, como tango. Pero tampoco, ella baila tap o marcha. Entonces algo tranquilo, como ir a tomar algo y conversar. Sugerencia aceptada. Pasamos por un lounge bar con pantalla gigante en la que pasaban nada menos que "Blade Runner". A Leila le parece bien. Intento prestarle más atención a ella que a la película. Leila será Leila, pero Blade Runner es siempre Blade Runner. Ok, finalmente le pedí perdón a Ridley Scott y le presté más atención a la chica, que a diferencia de Blade Runner, es una historia que no conozco y que no sé cómo termina.

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