
20 de noviembre. Volar a Barcelona puede costar mas o menos como un kilo de osobuco en Milan, o menos que el micro que me lleva del aeropuerto de Girona a la capital catalana.
Me hospedo en la casa de Karina, companera de banco en la secundaria. Se vino para trabajar unos meses. Dice que le ofrecen quedarse por tiempo indefinido. Mas lo piensa y mejores condiciones le ofrecen. Aun asi, no quisiera quedarse mucho tiempo. Extrana a su familia, a sus amigos y a su ciudad.
Me la recordaba mas linda a Barcelona. Subo y bajo escaleras con mi valija en la metropolitana y pienso que cambiar de linea no debe ser facil para un discapacitado. Al menos hay ascensores para salir.
En una confiteria veo una especie de empanadas dulces. Pergunto de que estan hechas y me dicen que son de cabellos de angel. Dudo que sean fideos para la sopa asi que pido una para probar. Parece algo de origen vegetal, fibroso, ligeramente dulzon y muy empalagoso con una masa de empanadas muy pesada. En otras palabras, un asco. El cafe con leche que pedi al menos se parecia en algo a un cafe con leche.
A la noche vamos con Kari a caminar por Plaza Catalunya y por el barrio gotico y ya la ciudad toma otro matiz. En cada vuelta de esquina exponen algo, hay un cafe pintoresco, se aprecia un edificio notable, se escucha un musico tocando o nos topamos con una manifestacion estudiantil en favor o en contra de quien sabe que.
El martes subo al Tibidabo, una colina con una buena vista panoramica de la ciudad y una eremita construida a principios del siglo pasado. No hace frio pero sopla viento. Al lado de la eremita hay una suerte de parque de diversiones, un restaurante y una cafeteria. Todo cerrado, salvo la iglesia.
Bajo por un sendero en el bosque hasta la ciudad. Paseo por la avenida Tibidabo y almuerzo en un restaurante argentino. Despues de la experiencia en la confiteria tipica catalana, prefiero no arriesgar.
A la noche vamos al cine con Karina a ver El Perro Mongol (The cave of the yellow dog), una especie de documental sobre una familia nomade en Mongolia. Lastima que estaba doblada al espanol. No nos parecio' muy simpatico oir las voces de los ninos interpretadas por un locutor adulto y en otro idioma.
El miercoles el tiempo mejora. Soleado y muy calido para ser noviembre. Se esta' bien en camisa. Por Plaza Espanya esta' la feria del libro. Pregunto que' hay y me responden "libros". Suena logico. Intento ser mas preciso: hay expositores, conferencias, charlas u otros eventos? Me dan un programa y no veo nada que me llame la atencion. El dia esta' demasiado lindo para estar encerrado.
Paseo por el parque del Montjuic hasta que me llama Javier, el cordobes que conoci en Istambul. Lo acompano a devolver unos discos en una biblioteca municipal que pidio su chica hace unos 8 meses. Como castigo por la demora le bloquean la tarjeta por 6 meses. Le pregunto cuanto cuesta alquilar un CD o un video. No cuesta nada. Hay servicios que funcionan realmente bien en la ciudad. Dice que en una semana consiguio' tramitar su nueva cedula de identidad, el registro de conducir y el cambio de domicilio. No tuvo que hacer colas. Ahora piensa hacer unos cursos para sumar un diploma a su experiencia profesional. Lo que hacia en Argentina sin diploma aca' no lo puede hacer. Se necesita un atestado profesional hasta para ejercer oficios a veces bastante burdos.
A la noche cenamos en un parrilla argentina con Fernando, un viejo companero de universidad y de trabajo, y con su mujer espanola. Precios razonables y sabor de casa. Nada como unas buenas mollejas en buena compania para despedirme de la ciudad.