
Penúltimo fin de semana de enero. Noches primaverales, como para dormir con la calefacción apagada. Buen día para caminar y tarde agradable para tomar sol en la playa. Barcelona es una linda ciudad pero las edificaciones de la rambla distan de ser encantadoras. Se está mejor en los barcitos del Born o en un restó francés del barrio gótico.
El domingo a la tarde vuelvo a la rutina, poco amiga del medio ambiente, de subirme a un avión. O a varios.
De Barcelona a Frankfurt, para correr de una punta a la otra del aeropuerto.
De Frankfurt a Singapur, para ir apaciblemente sentado a otro terminal en monorail.
De Singapur a Yakarta, llegando tarde para el cortejo fúnebre de Soeharto.
Mientras tanto, en la cercana Bali se discuten medidas para promover mayor transparencia en los negocios en el marco de las Naciones (más o menos) Unidas. Organizaron la conferencia en Indonesia tal vez porque dicen que es un país muy corrupto pero a la vez promotor de eventos internacionales. Corrupción y progreso.
Dicen que Soeharto (o Pak Harto, "Don Harto", para quienes lo consideran un héroe de la nación), pese a su simpática sonrisa, reprimió sangrientamente las disidencias internas y que se enriqueció y enriqueció a sus secuaces a costa de las arcas del Estado. Otros como el ex primer ministro australiano Paul Keating rescatan el progreso que trajo a Indonesia y la estabilidad que trajo a la región. Impidió que un país pobre, de 120 millones de personas cuando llegó al poder (hoy son mas de 200 millones) de mayoría musulmana pertenecientes a algo así como 250 etnias y distribuidos en un territorio que abarca más de 17 mil islas terminara en guerra civil, cayese en poder de un gobierno comunista durante la guerra fría o en manos del clero. O se dividiese.
Yakarta parece una ciudad ordenada. Edificios modernos, calles bastante limpias, autos nuevos, infinidad de motos también nuevas, gente sonriente, apacible y muy amable. No he visto mendigos. He visto pocas paredes escritas y un par de grafitti divertidos, como un Homer Simpson con sombrero asiático. He visto jóvenes jugando al fútbol a metros del Monumento Nacional, un monumento con buena vista pero de dudoso gusto. Se come bien por poco. Y registran bolsos y autos al entrar a los nuevos y lujosos hoteles y centros comerciales. Paz bajo control....
Es cierto también que, según visto y oído, hay bolsones de pobreza a la vuelta de la esquina, casi como escondidos. Que quien trabaja para arreglar las calles de la ciudad y cuidar de sus jardines no gana más que un par de euros diarios. Que la principal fuente de proteínas de los más necesitados, la soja, se importa principalmente de Estados Unidos y cada vez cuesta más. Ya he mencionado el problema de la corrupción.
De los tiempos de la colonia holandesa no quedan muchos restos en la arquitectura, en la lengua o en las artes. Difundieron una simple versión de un dialecto malayo que hoy es la lengua nacional: bahasa Indonesia, o la lengua indonesia.
Tal vez la corrupción sea una herencia colonial.
No lo sé.
No hablo la lengua local.
No he estudiado casi nada sobre este país.
Y apenas leo la prensa en inglés.
Soeharto ha muerto. Las banderas están izadas a media asta. Si no fuera por eso, su ausencia pasaría desapercibida a simple vista. Hay más movimiento por el año nuevo chino que por la muerte del ex dictador. Y como viene sucediendo cada año, durante el año nuevo chino, Yakarta sufre inundaciones.
Hora de dormir. Aún llueve.
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