21 de junio. Casi no noto mosquitos, pero basta caminar un par de cuadras para que caigan las primeras gotas de sudor. Desayuno con Ale, a la que le acaban de robar la bicicleta verde que le regalamos para su cumpleaños. Pero bueno, ha empezado una buena jornada. Los mozos del bar bromean sobre la bicicleta robada. Dicen que la tienen ellos guardada. Una chica preciosa deja justo su bicicleta sin candado. No la pierdas de vista! Ella a la bicicleta y yo a ella.
Café con leche, una brioche y falta el diario. Lo compro antes de almorzar un poco de pescado crudo.
Via Torino está insoportable, entre el calor y la gente. Busco un lugar con aire acondicionado y termino en el cine. Pasan Gomorra, basado en historias del libro homónimo. Me recuerda un poco a mis viejos pagos.
Tomo un helado con Pat y una Guinness antes de que empiece el espectáculo. Mis amigos de teatro presentan La Malvarosa. Pequeñas escenas robadas de Harold Pinter sobre las relaciones de pareja. Que el matrimonio es una cadena tan pesada que se necesitan al menos tres personas para cargarla. Al parecer Pinter concebía al matrimonio como un acto masoquista. Allá él.
Bien por el resto. Por los 15 más uno (el director, Fabio) que se subieron al escenario, por el saxofonista, por la productora artística (Giulia), y por el público, salvo por el cretino que dejó el celular encendido, y por las viejas hinchapelotas que hablaron buena parte del tiempo como si estuvieran en el living de su casa, y por los desubicados que sacaron fotos con flash a pocos metros del escenario.
Al final, no hay nada como tomar algo con los actores después del espectáculo, dejarlo a Akil de fotógrafo por un rato no muy largo, relajarse en buena compañía, mirar las caras sudadas y cansadas, intuir en qué estado de ánimo se encuentra cada uno, hacerse amigo de la noche, y desaparecer entre besos y saludos más o menos afectuosos.