A mitad de camino entre Oulot y Girona está Besalú, con sus calles y su puente de piedra en proceso de reciclaje, sus poco más de 2 mil habitantes y sus cozy shops. Me bajo del autobús y veo los nubarrones, más dispuestos a mojarme que un niño en pleno carnaval. Algo me dice que es hora de almorzar.
En la ciudad no se come mal, y la atención es buena. De los mozos a los comensales, todos parecen pasarla bien. Pido un tagliat (un cortado), la cuenta, y salgo a conocer la ciudad.
Ya no llueve.
Cuando llego hasta un mirador y veo el puente medieval, decido pasar la noche acá.
Veo un local que hace pizza y empanadas. Pasan música brasileña y lo atiende una chica muy guapa. Debe haber un argentino por algún lado. Le pregunto a la chica y me confirma que su novio es argentino. Le dije que me di cuenta por la comida y por la música.
- ¡Pero si la música es brasileña!
Hay cosas que es inútil explicar. Supongo que los catalanes no son fanáticos de la música francesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario