viernes, 3 de octubre de 2008

De Aventura a Mallorca



Me fui de Aventura sin poder probar el budín recién hecho por Alessia, pero quedamos para que venga a visitarme el año que viene y me prepare todas las tortas que quiera en casa. Franco seguía como siempre en su mundo de transformers y modelos para armar. Mi hermano moja un dedo y lo levanta para ver para dónde sopla el viento. Buenas ideas no le faltan, pero con dos críos en casa y una novia en el otro hemisferio tiene que pensar todo al menos un par de veces antes de hacer cualquier movida importante.
Pocos días en familia, acompañando a mis sobrinos hasta sus escuelas, a mi hermano a su oficina, y a todos a la parrilla argentina de rigor para darnos una panzada de carne con ensaladas varias. Fui con Alessia y con Bibi a comprar apenas un par de cosas con mis euros camino a devaluarse. Una valija más grande que la mínima mochila que traje y que no era suficiente para cargar todos los libros que compré por Internet, calze e mutande que cuestan poco y siempre vienen bien, regalos para las mujeres de casa y no mucho más. Lo importante fue estar en familia, que ya justifica la visita con creces.
Apenas pasé unos días en Madrid antes de irme a Mallorca por trabajo. Escuché más inglés, alemán y ruso que castellano o mallorquín. Tuve tiempo de escaparme a la playa con algunos colegas españoles e italianos, después de las tediosas reuniones con un grupo de ingleses impresentables.
El primer día salimos a comer algo. En el primer bar que encontramos hablaban inglés. Nada de lenguas latinas. En el segundo bar que encontramos tampoco hablaban castellano. Recién en el tercer local hablaban español y servían de comer, pero cocinaban tan mal que parecían ingleses....

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