
Se lo dije a los de la television checa que me entrevistaron cuando pase cerca de una interesante estructura industrial. Apenas llegue a la terminal de omnibus de Ostrava vi que no habia micros hasta Polonia. Nadie hablaba ingles y probe suerte en el centro. En el bolsillo me quedaban unas 100 coronas checas, algo menos de 4 euros. Fue suficiente para tomar otra cerveza y para comprar un billete de tren hasta Bohumin, en la frontera con Polonia.
Camino a la estacion me encuentro con una especie de fabrica del siglo XIX. Unos checos intentan entrevistarme pero les respondo que no hablo checo. Insiten en ingles y me filman mientras le saco una foto a la fabrica. Me preguntan que pienso sobre esa estructura de hierro soldado y simplemente les respondo que apenas estaba de paso en Ostrava y que no esperaba ver nada interesante. Sin embargo, al pasar al lado de esos fierros me sorprendo de encontrar cosas que valen la pena.
Lo que mata es la sinceridad.
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