
2 de diciembre. Aprovecho buena parte del sabado para dormir. Podria hacer un poco de vida de turista pero el tiempo no lo amerita. Cielo gris, aire discretamente frio, cara de condenado a muerte y muchas ganas de seguir durmiendo. 10 horas no fueron suficientes.
Como empezo' todo? Se lo debo a Jesus, una especie de Bernardino Rivadavia flaco, cabellos black power, sonrisa imborrable, chaqueta demode' y habitos de comportamiento de los '70, musica funk incluida.
Cuenta con un par de baterias mas que cualquier mortal. Calienta motores con la combinacion de cafeina, azucar y alcohol de su carajillo, punto de partida de las largas noches madrilenas. Su mujer, Carmen, es una periodista capaz de seguirle el ritmo. Superan la barrera de los 40 pero viven como si tuvieran 20. Nunca los vi beodos, pero estan muy lejos de ser abstemios.
Cuando Alex me dice que esta noche nos encontramos con Jesus en algun bar, me preparo para una noche casi interminable. Jesus es el camino. Es un excelente guia de turismo nocturno: sabe bien donde tomar un buen carajillo o un buen te', donde escuchar flamenco, rock o black music en vivo, o como terminar la noche en una boite latinoamericana donde el promedio de edad ronda los 50.
Lo unico que me molesta de estas salidas nocturnas con Jesus y compania (no confundir con la Compania de Jesus) es el omnipresente humo de cigarrillo. Despues de un cierto tiempo, que varia entre uno y dos segundos, el aire me resulta irrespirable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario