
19 de marzo. Por primera vez me subo a un tren en este pais. Hasta Gwalior, viajo sin problemas. Paso la mañana entre el fuerte mogul, las viejas deidades hindues labradas en la montaña y algunos palacios del 1600-1700, almuerzo con calma y tomo el segundo tren, esta vez a Jhansi. Tren local, gente local. Unico turista sentado sobre su mochila cerca de una puerta siempre abierta. Hace calor, pero el aire que entra alcanza para los 200 pasajeros de mi vagon. Lo bueno de viajar en tren es que no se escuchan bocinazos y suele ser mas rapido. Lo malo: bueno, demasiada gente.
En Jhansi temino mi Sprite de 2 lts y evito un nuevo viaje tan populoso. Visito el fuerte local y tomo un taxi a Orchha, sin otros pasajeros. Orchha es pequeña y tranquila. De mi hotel se ve uno de los palacios principales al caer la tarde. Pocas calles, pocos bocinazos, bastantes vacas, muchos templos y palacios y el resto son campos sembrados. Intento ver lo que como entre corte y corte de luz. El resto de la ciudad se prepara para un festival religioso al inicio de la primavera. Suena el nombre de Shiva por los altoparlantes y el mercado principal vende polvos coloridos. Unas mujeres esparcen agua de flores sobre los animales. Duermo mientras los mosquitos me lo permiten.
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