3 de mayo. Me cuesta dejar McLeod. En poco tiempo he conocido a muchas personas interesantes: Ali, el kashmiri que da clases gratis para hacer collares; las españolas buscavidas; Marcel, el rasta aleman cada vez mas compenetrado con la causa tibetana; Thierry y sus documentales de conscientizacion politica; Viviana con su hija adoptiva y su experiencia como cocinera vegetariana en El Bolson, como enfermera en Londres y como maestra en una escuela Krishnamurti en la que no le pagaron las vacaciones; Soraya, la profesora de kundalini yoga que fue a una escuela vecina a la mia; una chica llamada Sequoya que financia proyectos en paises de desarrollo; el guitarrista Giorgos y su dieta frugal; y muchos otros cuyos nombres no recuerdo.
A la madrugada quedamos con Jose', el venezolano-canadiense, para visitar al medico tibetano. El Dr. Yeshu no habla una palabra de ingles pero a traves de su interprete me comunica que tengo un problemita cronico que ya ha afectado a varios miembros de mi familia. Nada grave, salvo que me ha quitado el cafe', los dulces y las bebidas frias de mi dieta. Me queda la pasta (sin vino)y el sempiterno te'. Espero que cuando vuelvaa McLeod, en 10 dias, cambie un poco de parecer.
Hora de dejar el monasterio. Desde ayer los tibetanos andan preocupados y ya han anunciado un toque de queda para que los refugiados no salgan solos a la noche. Las tensiones entre tibetanos e indios ha aumentado desde que ayer anoche unos taxistas se pelearon con un par de transeuntes tibetanos. Respetan la orden del Dalai Lama de no responder a las agresiones y mantener la doctrina de la no violencia, pero tambien toman sus precauciones.
Despacho 5 kg de libros por correo para aligerar peso, ceno un plato de lasagna con Marcel y me subo al autobus para Kullu.
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