viernes, 29 de diciembre de 2006

Navidad en familia

Días tranquilos, por si no lo notaron. Disfruto de mis responsabilidades familiares: pasear con los sobrinos, darles de comer, mimarlos o darles una reprimenda según sea el caso.
Festejamos la nochebuena en un restaurante argentino. Lugar espacioso y no muy lleno. Con Franco contamos palmeras durante el regreso a casa. Abrimos los regalos al pie del arbolito, numerosos para los niños.
La familia se agrupa. Mis padres llegaron antes de nochebuena. Una de mis hermanas con su hija llegaron justo después. Mi hermano está fuera de la ciudad por unos días y deja a sus hijos bajo nuestro cuidado.
Todavía no he visto mucho de Miami salvo Williams Island y Miami Beach. No hemos visto a Don Johnson por el Ocean Drive. De frente al mar se ven edificios en construcción de aspecto lujoso con la marca y el rostro de Donald Trump. Ignoro quiénes van a comprarlos y quiénes van a habitarlos. Por las estadísticas, Miami es una de las ciudades que más crecen en Estados Unidos. No importa mucho si los departamentos son caros, mientras aumente la demanda y se puedan terminar de pagar cuando nazcan tus nietos.
Termino el 2006 en familia. Aún no he decidido mis próximos pasos, Apenas espero terminar de leer “Storia della Corea” de Maurizio Riotto antes de poner un pie en Asia.

viernes, 22 de diciembre de 2006

El reencuentro


14 de diciembre. Me despido de Madrid, de Alex y de Paloma. Arrastro otra vez mi valija por la línea del metro hasta Barajas. Me interrogan, compilo varios formularios, paso por los controles de equipaje y de pasaporte, y finalmente me juzgan apto para entrar en Estados Unidos. 10 horas más tarde espero mi conexión en la nublosa Philadelphia. Llego de noche a Miami.
Apenas salgo del aeropuerto percibo dos cosas importantes. La primera es que mi hermano no está a la vista. La segunda es que mi sobretodo es absolutamente prescindible. En Miami hay dos estaciones: una cálida y otra tórrida.
No tengo más crédito en el celular. Busco monedas para hablar de un público. Necesito al menos 50 cents. Le pregunto a un empleado dónde puedo conseguir cambio. Me da los 50 cents sin pedir nada a cambio. Muy gentil de su parte. Por el acento probablemente era cubano. Después que hablen mal de los inmigrantes.
Llamo a mi hermano, que estaba en otro sector del aeropuerto. Cabello largo y enrulado, cara de cansado y panza de sedentario. Necesita unas vacaciones. En su casa mis dos sobrinos, Alessia y Franco, duermen. Los reconozco por las fotos. Los vi por última vez durante una visita relámpago a Buenos Aires, en noviembre de 2002. Fue la última vez que vi a la mujer de mi hermano.
Franco se despierta y le pregunta a su padre con quién está. Me reconoce tal vez por la voz y por los gestos. En eso me parezco mucho a mi hermano. “Vos no sos el tío Fer. Creciste. Vos no te parecés al tío Fer.”
Alessia no necesita que le digan quién soy. Se despierta y abre los brazos para que la abrace. Es más grande y se acuerda bien de su tío.

Foto: cortesia de Paloma C.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Madriz es la leche


He estado un poco liao. He conocido a una chavala muy maja que me ha hecho de guía. Paloma, una amiga de Jesús que conocí en el bar Otero de La Latina. Casi tan madrileña como los cayos. Era la hora de la cena. Me pedí una caña y un montado de lacon y me puse a hablar con Carmen hasta que se hizo la hora de cambiar de bar. Hasta ahí no nos habíamos cruzado mas de una palabra. Tampoco es bueno hablar con el estomago vacío. Recién en el siguiente local nos pusimos a hablar animadamente hasta el domingo a la noche. Es que con Paloma el tiempo vuela.
Me dio' un curso intensivo de español entre mercados de pulgas, paseos, museos, cachondeo y café con leche y torta en casa de amigos.
Por Plaza España me habló de su abuelo de 99 años, de barrios que en un tiempo fueron huertas, de un parque sobre un túmulo de muertos de la guerra civil, de la caza del jabali y de su gusto por la fotografia. Pilló mi camara y sacó dos fotos para mostrar sus habilidades. Dos tarjetas postales.
Visitamos El Escorial, al no conseguir pasajes de tren a Toledo. Una pasada, pero el frío y el aire nos quitaron las ganas de hacer la fila para entrar. Pero venga hombre, que es mejor beber un té de poleo y menta en alguna confitería. Nos contentamos con un par de fotos y una visita a la basílica.
Aprovechando los feriados para pasear por La Latina, Lavapiés, Opera y Paseo del Prado. Pinturas surrealistas del renacimiento como El Jardin de Las Delicias de Bosch, los borrachos y los bufones de Velazquez, las figuras inquietantes de Goya, los retratos impresionisas de Sorolla y de Sargent y unos dibujos orientalistas expuestos cerca del Santiago Bernabeu.
Esquivamos las multides en plan de compras navideñas. Una chorrada! Muchos van disfrazados, Pelucas con rizos, o naranjas como un personaje de manga japonesa, brillantes o black power.
De noche, a escuchar música en La Fabrica de Pan, a ver videoclips de Michael Jackson cuando todavía parecia un ser humano, a empaparnos los piés bajo la lluvia en Plaza Mayor, a comer un bife ancho en una parrilla uruguaya, al Masaniello que siempre nos reserva una mesa junto a la ventana y a ver si conseguimos entrar a Emma y Julia después de tres intentos infructuosos. Esta noche esperamos tener más suerte,
Aprovecho mi ultimo día para pasear un poco. Hace frío pero al sol se está bien. Que guay!

Foto: cortesia de Paloma C.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Jesus me cambio' la vida


2 de diciembre. Aprovecho buena parte del sabado para dormir. Podria hacer un poco de vida de turista pero el tiempo no lo amerita. Cielo gris, aire discretamente frio, cara de condenado a muerte y muchas ganas de seguir durmiendo. 10 horas no fueron suficientes.
Como empezo' todo? Se lo debo a Jesus, una especie de Bernardino Rivadavia flaco, cabellos black power, sonrisa imborrable, chaqueta demode' y habitos de comportamiento de los '70, musica funk incluida.
Cuenta con un par de baterias mas que cualquier mortal. Calienta motores con la combinacion de cafeina, azucar y alcohol de su carajillo, punto de partida de las largas noches madrilenas. Su mujer, Carmen, es una periodista capaz de seguirle el ritmo. Superan la barrera de los 40 pero viven como si tuvieran 20. Nunca los vi beodos, pero estan muy lejos de ser abstemios.
Cuando Alex me dice que esta noche nos encontramos con Jesus en algun bar, me preparo para una noche casi interminable. Jesus es el camino. Es un excelente guia de turismo nocturno: sabe bien donde tomar un buen carajillo o un buen te', donde escuchar flamenco, rock o black music en vivo, o como terminar la noche en una boite latinoamericana donde el promedio de edad ronda los 50.
Lo unico que me molesta de estas salidas nocturnas con Jesus y compania (no confundir con la Compania de Jesus) es el omnipresente humo de cigarrillo. Despues de un cierto tiempo, que varia entre uno y dos segundos, el aire me resulta irrespirable.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Los misterios del Quijote


1 de diciembre. No se puede rechazar una invitacion al teatro. Rafael Alvarez, un actor cordobes (como el Negro Alvarez, pero de la otra Cordoba) tambien llamado “El Brujo” (sin ninguna relacion con Lopez Rega), presenta un extenso monologo sobre El Quijote en el teatro Olympia.
Lindo teatro de principios del siglo pasado, con palcos de hierro batido estilo art deco inspirado en notas musicales.
El Brujo dice que Cervantes no existio' (aunque al final del espectaculo aclara que si) o que apenas recogio la tradicion oral arabe sobre un caballero de Fez escrita por varias manos en una prision. En todo caso, El Quijote, gran icono de la hispanidad, seria una traduccion de historias arabes. O que hubo un grupo de cristianos, judios y arabes que abrogaban por la creacion de una nueva fe que uniera a las tres grandes religiones de Espana y que tenian a El Quijote como Biblia. Y alli va este viejo actor de paseo por episodios que “el publico conoce bien porque lo ha leido”, desvelando la filosofia detras de la obra, elogiando a la tradicion oral y al Quijote tal como se lo conto' su tio, en tono de farsa y de comedia, dando saltitos por el escenario, bajo una falsa luz de luna o de amancer, por dos largas horas.
Terminada la obra, intento volver temprano a casa. Damos una vuelta por las iglesias, como le llaman a los bares, pero solo pienso en dormir. A las 2 de la manana lo consigo.

Due sfigati a Madrid


30 de noviembre. Todavia en Madrid. Duermo una siesta antes de cenar. No tengo la minima gana de salir de casa. Abro la heladera y veo que las perspectivas de quedarme no son muy alentadoras. Tengo hambre. Salgo de mala gana. Cenamos algo con un par de amigos en un restaurante no demasiado lleno. Algo liviano: empanadas de bacalao y ensalada con queso de cabra. Vamos a un concierto de flamengo fusion pero llegamos tarde. Nos encontramos con un suizo y con un belga hablando de y bebiendo cerveza. Intento ser sociable mientras controlo la hora. Ley de Murphy, voy a ser el ultimo del grupo en volver a casa. Con una chica italiana nos quedamos hablando de nuestros infortunios amorosos. Buscamos un titulo para nuestra velada: “Due sfigati a Madrid”. Creo que erre' de profesion. Tendria que haber sido psicoanalista. Casi toda chica que conozco esta' pasando por una fase critica. Mujeres. Lo que dice el cuerpo y lo que dice la mente van en direcciones divergentes. Si no puedo entenderlas, al menos pruebo a confundirlas. Esta chica sin embargo no se da por vencida ni aun vencida. Si yo salgo con un planteo delirante, ella saca de la galera una respuesta aun mas delirante. Me retiro derrotado, aun cuando no habia nada en juego. O por lo menos no me di por enterado. Vuelvo a casa de buen humor, y no solo por las comicas escenas de la noche madrilena. Borrachos que caminan como zombis a paso de tortuga. La madre con su hija que apenas sale de su casa manguea un cigarrillo. Un hombre que pide direcciones pero nadie le entiende cuando habla. Y con esta italiana cuando nos pusimos a bailar en la vereda mientras esperabamos la luz verde. No, algo cambio' en Madrid. Camino por la ciudad y por primera vez soy capaz de orientarme.