domingo, 30 de septiembre de 2007

Menina Veneno

24 de septiembre. En Brasil solíamos hacer senderismo un par de veces al mes, generalmente no muy lejos de San Pablo. A veces llegábamos hasta algunas cascadas en Minas Gerais o hasta viejas rutas de esclavos en el Estado de Río, entre la selva atlántica y la sierra. La última excursión en Brasil fue por la chapada Diamantina, en Bahía, caminando descalzos con nuestro guía Florisvaldo quien, como guía, era un excelente cocinero.
En todas esas excursiones, nunca tuvimos problemas con la fauna local salvo por alguna picadura de mosquito o por varias de los pequeños e insistentemente voraces borrachudos.
De las reuniones campestres del fin de semana, tampoco recuerdo grandes problemas. Lo más grave e impúdicamente cómico fue una vez en la quinta de Renato en la que André, nuestro amigo chef, se encontró a una garrapata aferrada a su escroto. Debió recurrir a un cigarrillo para quitársela.
Se puede vivir por la campaña brasileña sin ningun problema, La hermana de Renato, Lía, vive en el cerrado y nunca tuvo problema con ninguna bestia, ni siquiera con las bípedas.
Pero no hay que fiarse demasiado. La hermanita de Renato, Julia, pequeña actriz de obras de Nelson Rodrigues, no solía internarse en ningun sendero. No solía hasta que su actual novio, el fin de semana pasado, la convenció para hacer una excursión a Boiçucanga. Un sendero sin inconvenientes, salvo por una mordida de jararaca.

La jararaca es la segunda víbora más venenosa de Brasil. El efecto del veneno de jararaca es anticoagulante, así que la víctima sufre hemorragias que pueden causar la muerte. Lo peor que puede hacer uno al ser picado es acostarse, porque entonces el veneno se extiende fácilmente al resto del cuerpo. Me han dicho que los nativos se curan con aceite de burití, un remedio ancestral que los sabios nativos, ignorantes de las normas internacionales de propiedad intelectual, no han patentado. Para eso estarán los nobles investigadores de algún respetable laboratorio o centro del saber. Después de todo, esa es la ley de la jungla.

Volviendo a Julia. Su novio, el héroe del momento, la cargó durane una hora por el sendero hasta llegar al pueblo en donde le suministraron la primera dosis de suero. Luego la llevó al instituto Butantã, en San Pablo, para que le suministraran la dosis completa. Allí la internaron. Allí se recuperaba este martes después de la mala pasada. Allí ganaba un nuevo apodo: menina veneno.
Como en esa empalagosa canción de Ritchie: "Menina veneno / o mundo e pequeno demais pra nos dois"...

sábado, 22 de septiembre de 2007

Las gallinas ya no ponen huevos blancos


22 de septiembre. Noche de blanco en Madrid. Noche de muestras y espectáculos de las 21 hasta las 7, siguiendo el giro de noches blancas en toda Europa. Ya fue el turno de Riga y de Roma, y hoy le toca a Madrid.
Marco se fue a El Prado a seguir con su maratón turística. Noe se fue a la búsqueda de huevos blancos. Ya estuvo en dos lugares y hasta ahora no los ha encontrado. Empezamos a sospechar que hay algo raro detrás de este hecho. Algunos almaceneros dicen que les han ofrecido huevos blancos pero que no los han aceptado. No suena creíble. Dicen que se puede elegir entre huevos de gallinas criadas sueltas, huevos ecológicos, huevos industriales, huevos grandes y medianos, pero no entre huevos colorados y blancos ya que los últimos han desaparecido. Tal vez los usen para la noche de blanco.
Sigue sonando raro. En los almacenes de los chinos se encuentra de todo. Papel higiénico blanco, harina blanca, papel blanco y queso blanco. Pero los huevos son colorados como un ladrillo.

Por quien doblan las campanas


16 de septiembre. Marco cayó a casa con una botella de vino, medio kilo de parmeggiano, una botellita de licor y chocolates belgas. Que sirva de ejemplo para las próximas visitas.
Después de intentar hacerle de guía por Madrid, decidí acompañarlo a Avila provisto de una buena guía: la que llevaba Marco.
Una buena siesta en el tren de ida, un paisaje bastante amarillento y una no muy breve caminata hasta las viejas murallas.
Encontramos una pareja de argentinos que decidió no entrar a la catedral. Tal vez no estaban dispuestos a pagar los cuatro euros de entrada para ver uno de los mejores tesoros de la ciudad.
Un grupo de ancianos franceses que hacen el camino de Santiago se nos cruzaba en cada esquina con sus palos de caminar y sus pañuelos azules.
Grupos de turistas religiosos entraban en algunas iglesias como si fuera una cadena de montaje: primero una breve ceremonia en alemán, luego otra en italiano, luego otra en portugués, etc. Muchos turistas no entienden la regla básica de no disparar con flash contra las pinturas. Una placa en una esquina homenajeaba a Franco, defensor de las tradiciones, de la monarquía y de la fe. No sé qué habría pensado Santa Teresa al respecto.
La chica que vendía entradas para caminar sobre las murallas nos obsequió su mejor sonrisa. Una mujer de Singapur le sacaba fotos a un grupo de niños españoles en Cuatro Postes, con la ciudad amurallada como telón de fondo.
No se ve mucha gente por la calle un domingo, salvo turistas y algún anciano.
Antes de irnos pasamos por la iglesia extra muros de San Vicente durante el llamado a la misa de las 19. No podíamos irnos de Avila sin oir el repique de las campanas.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Questo piccolo piccolo mondo

1 de septiembre. En mi ciudad el cafe' fue una vez definido como escuela de todas las cosas. Sin cafe', una ciudad me es ajena. Mesitas de estilo, clientela reconocible, tortas y masas de manteca, un libro, revista o periodico, algo de madera, de hierro y de cristal.
Desayuno en el Cafe Lumiere de Turin, temprano y sin apuro, con tetera de porcelana, torta casera y el diario sobre la mesa, musica clasica y aroma de cafe'. Se esta' mejor que en Milan, salvo que aqui no conozco a nadie ni tengo ningun amigo.
Paso por una libreria especializada en el lejano oriente. Libros sobre China, Japon y Corea. Compro fruta en la feria, medias de oferta y un par de camisas, menos caras en esta epoca. Nadie me pregunta de donde vengo, como si ya estuviera en casa.
Pero es la primera vez que visito esta ciudad.
Camino toda la tarde, vuelvo al hotel, me ducho y estreno una camisa. Ceno solo.
Despues de cenar voy al cine a ver 'Le vite degli altri' (Das Leben der Anderen), que todavia no habia visto. No hay poca gente en la sala, ni tampoco esta' llena. A mi lado se sienta una pareja que llega apenas antes de que empiece la pelicula. En el intervalo los reconozco. Al menos a el.
- Disculpe, por acaso usted no vivio' un tiempo en Buenos Aires?
- Si...
- Y trabaja usted en la empresa X?
- Si...
- Entonces iba a bailar tango a La Viruta?
- A veces. Pero no me acuerdo de usted.
- Yo era uno de los que se sentaban en su misma mesa.
- Ah. Y vive ahora en Turin?
- No, es la primera vez que vengo.
- Viene por trabajo?
- No exactamente.
- En que trabaja?
- Trabajo para la Stasi - respondi' como para mezclar el guion de la pelicula con nuestra conversacion. La situacion se prestaba.