jueves, 31 de julio de 2008

Calma chicha



El tiempo en realidad se ha detenido. Parece la calma chicha del mediodía cuando el viento no mueve el velero, y lo único que resta hacer es echar el ancla, echarse sobre cubierta, dejarse mecer un poco por la corriente y esperar que el sol empiece a bajar y que el aire vuelva a correr.
Decido no hacer nada y descanzar en la rutina de cada día, dedicarme a actividades pasivas como ir al cine (he visto In Bruges y Tropa de Elite, recomendables en ese orden), tomar interminables tazas de té, leer en el subte y observar el techo desde el sofá, escuchando Sumo, Lenine, REM o música al azar.
Intento no detestar a los clientes, apurados antes de irse de vacaciones para tener informes que probablemente no leerán hasta que regresen de la playa. Los colegas van y vienen de vacaciones, y a veces me siento que trabajo en un hotel.
La familia sigue bien. Mi madre recibió los resultados de su chequeo médico número 15, y al parecer no tiene absolutamente nada de qué preocuparse. Puede irse de vacaciones a Córdoba con los nietos.
Me siento un poco solo.
Unos amigos festejan la llegada del calor y esperan con ansia las vacaciones.
Otros trabajan más que nunca, que a alguien le toca producir.
Otros se sientan a fumar...

miércoles, 23 de julio de 2008

Días africanos


La temperatura se fue haciendo más intensa con la luna llena de julio. Durante el día ya superamos los 35 grados y aire no trae ningún alivio. Mientras busco casa nueva, a cada paseo por la ciudad le sigue un periodo de inactividad febril a casa o en alguna sala de cine, de bar o restaurante con are acondicionado.
El cuerpo reacciona de manera poco extraña. Una mañana en la oficina me di un golpe seco en las dos rodillas con la cajonera. Uno de esos accidentes estúpidos al girar la silla hacia la mesa de trabajo. Un segundo después una ola de dolor subió directo a mi cabeza como si hubiese tomado de golpe un litro de cerveza tirada. Quedé planchado, sentado en la silla como si estuvera dormido. De hecho, estaba semidormido, sentado y conciente de lo que pasaba a mi alrededor. Y lo que pasaba a mi alrededor es que mis colegas me preguntaban si me sentía bien. Me acosté un poco en el piso. Al parecer tenía la cara pálida como una hoja de papel no reciclado.
Al rato vino el equipo médico del Samur. Electrocardiograma, control de glucosa en la sangre, presión y pulsaciones. Reacciono bien. Apenas fue una reacción del cuerpo para evitar el dolor. El calor debe haberme afectado un poco. Me recuperé con una sonrisa, di gracias al equipo de emergencias y paso el resto del día en casa, cocinando y durmiendo.
A la noche corre aire más fresco. Abro la ventana de par en par y dejo la puerta entreabierta para que pueda pasar el aire pero no el gato.

martes, 8 de julio de 2008

De mudanza (3)


A punto de cumplir un año en Madrid y un año en la misma casa, empiezo a festejar este primer aniversario regalándome un corto viaje. Para observar las cosas desde otra perspectiva lo primero es moverse un poco, empacar las cosas, despedirme de la gata, de mi compañera de piso y de las torres de Chamartín que veo todos los días tras los ventanales.
Haciéndola corta, cambio casa.
Antes de que termine el verano espero estar durmiendo en otro rincón de la ciudad.
Como no es bueno estar solo, también cambio compañía. De hecho, fue ella quien me propuso que vayamos a vivir juntos. ¿Que quién es ella? No nos conocemos mucho pero nos conocemos de vista desde hace años. Su cuñado es uno de mis mejores amigos, pasé un fin de año en la casa de su madre y nos cruzamos en un par de viajes y vacaciones.
Cuando me propuso que compartiésemos un piso pronunció las palabras mágicas: "io posso cercare un apartamento". Perfecto. Ni tengo que esforzarme demasiado.
En unos días llegará de Milán. Empiezo a despedirme de mi casa.

sábado, 5 de julio de 2008

A media luz


El verano es una siesta permanente.
Vida de león. Salir de cacería y dormir el resto del tiempo.