lunes, 18 de febrero de 2008

Nostálgico

No encuentro mi ticket para subirme al tren que ya ha llegado a la estación. Lo busco con calma, dando al tren por perdido. Pero el tren no se mueve, como si me esperase.
15 segundos después encuentro el ticket, me subo al vagón con calma, y recién entonces el tren parte. Otra noche que llego temprano a casa.
En casa me encuentro con una amiga de Toscana, que volvió de Buenos Aires apasionada por el tango y por toda la gente que conoció en unos pocos días. Ahora se pregunta qué puede inventar para vivir en Buenos Aires. Ciudad fantástica salvo por las noticias poco alentadoras que uno lee en diarios, emails, blogs y otros medios de (des)información.
Una amiga sueca, Helena, pensó en algún momento ir a Argentina a aprender español y hacer voluntariado. Hoy me acaba de escribir que está en Liberia trabajando para una ONG noruega. Se me hace que una villa del conurbano bonaerense debe ser un lujo en comparación con Liberia, pero puedo estar equivocado.
Un amigo argentino, Christián, piensa a largo plazo, y planea ser elegido presidente de Argentina en las elecciones del 2043. Puede que lo consiga. Mientras tanto, nos entretenemos en algún bar de tapas con hipotéticas estrategias para ganar experiencia, contactos, dinero y otras cosas que suelen ser de utilidad para este tipo de aventuras.
Lo de la granja orgánica en Argentina puede que sea una buena idea, no exactamente para hacer una carrera política, sino para convertirse en un humilde emprendedor. Produciría tomates, que hace un tiempo se cotizaban en Argentina a precio de oro. Un compañero entrerriano estaría incursionando en el tema, aunque otras voces dicen que este muchacho largaría todo para trabajar como parrillero en Europa central y conocer chicas eslavas con buenos atributos.
Pero no estaría mal eso de darse una vuelta por Argentina a observar el ambiente con los propios ojos. Aunque mi vista no sea la mejor.
Una buena razón para ir es que uno de mis mejores amigos va a ser padre. Supongo que necesitará apoyo moral cuando le caiga la ficha y diga: "Soy padre. Eh... y ahora qué hago?".
En verdad ni estoy muy seguro de que vaya a ser padre. Es todo una gran suposición. Apenas me dijo que me prepare porque en septiembre voy a ser tío. Como ninguna de mis hermanas está embarazada, supongo que se refería a su mujer.

sábado, 2 de febrero de 2008

Ultima sonrisa de don Harto


Penúltimo fin de semana de enero. Noches primaverales, como para dormir con la calefacción apagada. Buen día para caminar y tarde agradable para tomar sol en la playa. Barcelona es una linda ciudad pero las edificaciones de la rambla distan de ser encantadoras. Se está mejor en los barcitos del Born o en un restó francés del barrio gótico.
El domingo a la tarde vuelvo a la rutina, poco amiga del medio ambiente, de subirme a un avión. O a varios.
De Barcelona a Frankfurt, para correr de una punta a la otra del aeropuerto.
De Frankfurt a Singapur, para ir apaciblemente sentado a otro terminal en monorail.
De Singapur a Yakarta, llegando tarde para el cortejo fúnebre de Soeharto.
Mientras tanto, en la cercana Bali se discuten medidas para promover mayor transparencia en los negocios en el marco de las Naciones (más o menos) Unidas. Organizaron la conferencia en Indonesia tal vez porque dicen que es un país muy corrupto pero a la vez promotor de eventos internacionales. Corrupción y progreso.
Dicen que Soeharto (o Pak Harto, "Don Harto", para quienes lo consideran un héroe de la nación), pese a su simpática sonrisa, reprimió sangrientamente las disidencias internas y que se enriqueció y enriqueció a sus secuaces a costa de las arcas del Estado. Otros como el ex primer ministro australiano Paul Keating rescatan el progreso que trajo a Indonesia y la estabilidad que trajo a la región. Impidió que un país pobre, de 120 millones de personas cuando llegó al poder (hoy son mas de 200 millones) de mayoría musulmana pertenecientes a algo así como 250 etnias y distribuidos en un territorio que abarca más de 17 mil islas terminara en guerra civil, cayese en poder de un gobierno comunista durante la guerra fría o en manos del clero. O se dividiese.
Yakarta parece una ciudad ordenada. Edificios modernos, calles bastante limpias, autos nuevos, infinidad de motos también nuevas, gente sonriente, apacible y muy amable. No he visto mendigos. He visto pocas paredes escritas y un par de grafitti divertidos, como un Homer Simpson con sombrero asiático. He visto jóvenes jugando al fútbol a metros del Monumento Nacional, un monumento con buena vista pero de dudoso gusto. Se come bien por poco. Y registran bolsos y autos al entrar a los nuevos y lujosos hoteles y centros comerciales. Paz bajo control....
Es cierto también que, según visto y oído, hay bolsones de pobreza a la vuelta de la esquina, casi como escondidos. Que quien trabaja para arreglar las calles de la ciudad y cuidar de sus jardines no gana más que un par de euros diarios. Que la principal fuente de proteínas de los más necesitados, la soja, se importa principalmente de Estados Unidos y cada vez cuesta más. Ya he mencionado el problema de la corrupción.
De los tiempos de la colonia holandesa no quedan muchos restos en la arquitectura, en la lengua o en las artes. Difundieron una simple versión de un dialecto malayo que hoy es la lengua nacional: bahasa Indonesia, o la lengua indonesia.
Tal vez la corrupción sea una herencia colonial.
No lo sé.
No hablo la lengua local.
No he estudiado casi nada sobre este país.
Y apenas leo la prensa en inglés.
Soeharto ha muerto. Las banderas están izadas a media asta. Si no fuera por eso, su ausencia pasaría desapercibida a simple vista. Hay más movimiento por el año nuevo chino que por la muerte del ex dictador. Y como viene sucediendo cada año, durante el año nuevo chino, Yakarta sufre inundaciones.
Hora de dormir. Aún llueve.