sábado, 19 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

Aguafuertes porteñas

Pese a los rascacielos de aspecto moderno de Puerto Madero, Argentina me hace pensar más en la Italia de Macchiavelli: políticamente dividida, económicamente inestable y socialmente insegura. En este escenario de crisis permanente, Buenos Aires sigue siendo un buen destino turístico por su oferta cultural.
El Teatro Colón sigue cerrado, pero no faltan muestras de pintura y fotografía, centenares (sí, centenares) de obras de teatro de todo tipo, bares con música en vivo o espectáculos de danza, malabaristas y cómicos en las plazas, vendedores de poesía en bares y medios de transporte. Uno de estos últimos no me sorprendió por su calidad sino por sus faltas de ortografía. La crisis se nota en el lenguaje.
Aún se consiguen clásicos de la literatura o de filosofía en los kioskos, en minoría frente a infinidad de libros de autoayuda. No he leído nada de nuevos autores argentinos, a ver quiénes son los sucesores de Borges, Cortázar, Sábato, Saer, Piglia o Puig.
He visto en cine "La luz de sus ojos", de Campanella, un director que en mi humilde opinión se supera con el tiempo. Me sorprendió positivamente Guillermo Francella, haciendo un buen salto de actor cómico a dramático.
También anduve paseando por los barrios.
En Palermo abundan las tiendas boutique de ropa y accesorios de moda, de música y de productos gourmet. Han abierto un par de tiendas de productos y comida orgánica, no muy bien atendidas ni provistas, pero que espero evidencien una creciente demanda de este tipo de productos. Plaza Serrano es un colmenar de terrazas abiertas hasta después de las 4 de la mañana, lo que puede causar envidia a Madrid, y un poco menos a sus vecinos insomnes. Por esta zona siguen con las denominaciones ridículas de "Palermo Soho" y "Palermo Hollywood", las dos mitades de lo que para mí será siempre Palermo Viejo.
Puerto Madero sigue creciendo y no siempre para mejor. Detrás de las nuevas torres, la reserva ecológica empieza a albergar chabolas. Parece una muestra de brasilerización de Buenos Aires en el peor sentido: nuevas islas de riqueza y modernidad entre una creciente masa de indigentes.
Por San Telmo también florecen los bares y restaurantes, y de allí hasta el centro pululan los artesanos, sentados tranquilamente tomando mate y discutiendo de política. Una vendedora de mates de calabaza se manifestaba a favor de la nueva ley de radiodifusión, diciendo que Cristina K hacía bien en querer desarmar a Clarín y a otros medios que critican al gobierno y que sólo protegen sus propios intereses. Otra artesana replicaba que esa ley no iba a democratizar los medios sino que buscaba ponerlos bajo control del gobierno, y que al fin y al cabo no era sino un nuevo negociado de los Kirchner.
El interés por la cultura llega a la política. El director de cine Pino Solanas salió segundo en la ciudad en las últimas elecciones, acaparando los votos de un cuarto del electorado que hace valer su interés por la cultura ante otras ofertas poco convincentes. Superó por poco a la Coalición Cívica, bajo el liderazgo de una chaqueña incapaz de formar coaliciones estables, y por mucho al débil kirchnerismo, que no cuenta con grandes apoyos aquí donde el nivel educativo es más alto. El PRO ganó pero necesitará del apoyo de al menos una de las dos agrupaciones de centro izquierda para ser mayoría en la ciudad, mientras que el gobierno federal les niega fondos y recursos para llevar a cabo buena parte de sus objetivos, como lo es desarrollar la insegura zona sur de la ciudad, por lo cual se encuentra en una posición difícil.
Esto es lo que observo desde la gran capital: una incapacidad compartida por las agrupaciones políticas para llegar a acuerdos de base y fortalecer las instituciones en vez de depredarlas. A la Italia de Macchiavelli le llevó más de tres siglos. Espero que a Argentina le lleve un poco menos.